Memoria centenaria de la Romero Vargas 

*El Museo Comunitario está conformado por una sola sala, pero tiene documentos legendarios y exhibiciones temporales que retratan las costumbres de la región

Jaime López

Puebla, Pue.- Es uno de los museos más jóvenes de la capital poblana, pero su interior resguarda más de un siglo de historia y recuerdos, de esos que erizan la piel o te sorprenden porque son difíciles de imaginar en la época actual.

Es el caso de las planchas de carbón que se encuentran en una de sus vitrinas de exposición, las cuales fueron donadas por gente de la demarcación y que es impensable verlas sin cables o enchufes listas para conectarse a una instalación eléctrica.

Ese tipo de objetos son los que alberga el Museo Comunitario Ignacio Romero Vargas, fundado en diciembre del 2014, que también tiene una pequeña biblioteca y que se localiza a unos metros de la presidencia auxiliar homónima, perteneciente al municipio de Puebla.

Conformado por una sola sala, el valor de las piezas y objetos de su inventario es vasto, ya que reúne una de las memorias más importantes y especializadas de la Angelópolis.

“Ninguna otra junta auxiliar tiene su propio museo, es la única”, remarca con notoria seguridad una de las personas que vigila la exposición y que también se encarga de resolver las dudas de los visitantes.

La presencia de un grupo de custodios o encargados del lugar es comprensible dado los documentos centenarios que se exhiben ahí, entre ellos, una acta de 1886 firmada por el mismísimo Porfirio Díaz.

Lo anterior deja ver la larga data de la junta auxiliar, una que no ha perdido sus costumbres a pesar de la voracidad de la mancha urbana.

Un desfile de fotografías antiguas, impresas en blanco y negro, se asoma en una de las paredes. Las imágenes no tienen composiciones artificiales o trucos digitales.

Muestran la manera en que se vestían y convivían los comunitarios hace varias décadas, cuando no había teléfonos inteligentes o filtros de Instagram para eliminar las imperfecciones.

En otro punto del inmueble, se exhiben los vestigios prehispánicos que se han encontrado a la largo del tiempo en la región, los cuales se encuentran agrupados como si fueran hormiguitas quietas y obedientes.

Eso sí, son la única parte del recinto que no se permite fotografiar, quizá porque es un atractivo invaluable que pueda servir de imán para amantes de lo ajeno enfocados en los atracos a museos.

Los últimos espacios del lugar están destinados a las muestras temporales, siendo la más reciente de ellas una colección visual de quienes han sido las reinas de las fiestas patrias de la junta auxiliar en cuestión.

Los rostros enmarcados exhiben una variedad de miradas y sonrisas, teniendo como elemento en común la corona símbolo del triunfo. Todo ello alegra la vista e ilumina el inmueble, el cual es cálido y único en su género, memoria viva de Puebla.

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