La documentalista a ras de tierra

*Evelyn Muñoz Marroquín, radicada en Puebla, retrató la vida de un grupo de bordadoras autónomas en el municipio de Hueyapan

Jaime López

Puebla, Pue.- Cuando habla de su cortometraje “Mujer de tierra” es muy difícil no percibir la manera en que su mirada se ilumina y el tono de su voz se llena de emoción. No es para menos, pues dicho proyecto ha sido exhibido en distintas latitudes del mundo.

Han pasado varios meses desde que la joven realizadora radicada en Puebla, originaria de la capital del país,  Evelyn Mercedes Muñoz Marroquín, se lanzó a documentar la historia de un grupo de bordadoras autónomas que viven en el municipio de Hueyapan.

En su viaje, no solo encontró la camaradería de sus colegas, que se han especializado en distintos rubros del séptimo arte, sino también reafirmó su pasión por el género de no ficción.

El frenesí que siente por el cine documental es palpable cuando lo defiende de los prejuicios y estereotipos de la gente.

“Siento que ha sido un género no muy famoso, como que la gente a veces piensa que es aburrido o que son las mismas historias, como que se imaginan documentales de la televisión”

La egresada de la BUAP, que no esconde su fanatismo por la prestigiosa directora Tatiana Huezo, resalta todas las narrativas y subgéneros que pueden descubrirse en el cine documental, al grado de referir que es un abanico de posibilidades en donde se pueden explorar diversos temas.

“Mujer de tierra” es una muestra de lo anterior, inscribiéndose en la rama del celuloide social y feminista y, al mismo tiempo, es una carta de amor a la identidad de una comunidad.

Algunos de los más recientes espacios en que dicho cortometraje ha podido ser visto son la muestra Kiné y un certamen latino celebrado en California.

Así, la creadora local continúa concediendo entrevistas a medios de comunicación interesados en su proyecto.

En la interlocución con ella es posible conocer su conexión con el documental, que, en sus palabras, es un medio idóneo para generar un vínculo especial con la realidad.

Aunque admite que en el inicio de su carrera no sabía exactamente a qué área dedicarse, el intercambio estudiantil que tuvo con la Universidad de Chile le permitió aclarar su pasión por ese género.

Acerca de su entusiasmo por el séptimo arte, este probablemente ya estaba en su sangre desde la infancia, cuando le pedía a su papá que le prestara la cámara VHS que él llevaba a las reuniones familiares.

“Siempre le pedía la cámara a mi papá, que me dejara jugar con ella y de ahí empezó esta curiosidad”

Sensible, empática, que no tiene empacho en admitir que lloró tres veces al ver el mismo número de ocasiones su cinta favorita de Tatiana Huezo, “Tempestad”, la cineasta en cuestión prepara crecer más dentro de la industria fílmica nacional.

La brújula de ese viaje ascendente será su talento, mientras que el motor, su pasión. Todo en busca de consolidarse como una de las documentalistas más notables del país, una que plasme la realidad y aun así todavía invite a soñar.

 

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