*Enclavado en la Sierra Norte de Puebla, rodeada de cadenas montañosas y profundos valles, la ciudad luce orgullosa su estirpe autóctona, presume sus productos del campo y rinde tributo a su gente, entre ellos a los zacapoaxtlas quienes combatieron al ejército francés
Carolina Miranda
Zacapoaxtla, Pue.- Al ingresar a esa calle angosta, atiborrada de puestos repletos de quelites, flor de izote, pitayas, frijol tierno, hongos silvestres, manzanas, plátanos y un sinfín de productos del campo, es como adentrarse a un mundo antiguo.
Las mujeres con sus faldas negras de lana y listones multicolores; y los hombres, con su calzón y camisa de manta blanca, deambulan por esos senderos de productos bajados de la sierra para deleite de propios y extraños.
Los champiñones, calabacines, zanahorias, lechugas, junto con champiñones y peras forman parte de la estampa de una población donde las tejas rojas de las viviendas se divisan a lo lejos como un preludio de una ciudad que conserva su aspecto provinciano.
Al salir de ese tsunami de olores y colores del campo poblano, surge un lugar con un pasado prehispánico, virreinal y de lucha estoica: Zacapoaxtla, Lugar donde abunda el zacate, según la lengua náhuatl.
En cada edifico y escultura que se erige en el centro de la ciudad se rinde tributo a aquellos indígenas zacapoaxtlas que vestidos de manta con cotones oscuros y huaraches, enfrentaron con machete en mano a los invasores franceses en aquel mítico 5 de Mayo en la Ciudad de Puebla.
“Honor a los valientes milicianos de comunidad y ciudad de Zacapoaxtla”, se lee en una placa con letras de oro, o al menos eso parece, que rinde honores a todos aquellos que contribuyeron a la causa mexicana.
Una estatua de bronce de un zacapoaxtla, mirando con orgullo y agarrando el machete enfundado, luce seguro en la plaza principal, de frente al Palacio Municipal, un edificio de tipo colonial construido en 1890 que impacta por su belleza.
Las nieves, paletas y helados forman parte de la estampa cotidiana del lugar, con su palacio renacentista y su iglesia, la Parroquia de San Pedro Apóstol, única por ser lateral a la Archibasílica de San Juan de Letrán en Roma, Italia.
Las mujeres ataviadas con sus trajes típicos caminan por el corazón de un pueblo que a lo largo de la historia ha demostrado su resistencia y defensa de sus ideales. Una comunidad que luce radiante, con su pasado indígena y de resistencia.
Un sitio resguardado por tres cerros, el “Tres Cabezas”, “Gran poder de Dios”, y el volcán extinto “Apaxtepec”; abruptas cadenas montañosas con profundos valles y caudalosos ríos, abrazan a Zacapoaxtla, la llamada “Suiza Poblana”.