Canoa, mundo apacible de la montaña

*Fundada después de la Conquista en 1640, la junta auxiliar de la capital poblana conserva costumbres arraigadas; el nahuátl se escucha constantemente y hay leyendas que envuelven al pueblo

Guadalupe Juárez

Puebla, Pue.- Al recorrer el pequeño centro e iglesia de San Miguel Canoa es  incorporarse a uno de los lugares más apacibles con una montaña de fondo, llena de leyendas que pasan de generación en generación.

A los pies de La Malinche, la cual se asoma a lo lejos en los días despejados, un pueblito urbanizado que carga con un estigma en los ojos ajenos, pero al recorrer sus calles un remanso de paz inunda a los visitantes

Canoa -como es llamada la junta auxiliar de la capital poblana- forma parte de las comunidades étnicas campesinas conocidas como Matlalcuéyetl, caracterizada por su diversidad biocultural gracias a su acceso a los recursos naturales de la montaña tlaxcalteca.

El nahuátl se escucha constantemente en las charlas de los nativos y todos saben lo difícil que es llegar a la Malinche por su camino boscoso y carretera estrecha, cuyo tramo pavimentado se acaba a unos metros antes de subir. Subirlo sólo es posible entre senderos y caminos irregulares.

Una estructura blanca con arcos muestra la diminuta presidencia auxiliar y enfrente una cancha de basquetbol vacía, unos cuantos árboles, en su mayoría palmeras con mucho espacio.

El silencio abunda, sólo se alcanza a escucha, a lo lejos, la música de los negocios de comida. Eso sí sobresale su iglesia, la Parroquia de San Miguel Arcángel, el Santo fundador y conocido como protector de la población.

Afuera del recinto religioso permanecen los adornos con papel picado de colores colgando por todos lados.

Canoa es un pueblo que se fundó después de la Conquista en 1640, llamado San Miguel Canoas del Monte. Su nombre es una combinación de dos culturas, la mestiza católica por el nombre de su santo y Canoa del vocablo indígena que se traduce como “en el monte de las canoas”.

A diferencia del resto de la entidad, conservan algunas costumbres, como en el Día de Muertos, cuando las familias visitan a otras llevando un chiquihuite, una canasta con objetos que son obsequiados, a cambio, reciben otra, una práctica de origen prehispánico.

Cuando alguien se casa, un grupo de mujeres adornan los espacios festivos con globos a cambio de ser invitadas a la comida y baile.

Y de boca en boca pasan entre familias narraciones que hacen referencia a la montaña, a la cual ven como una entidad mágica, un ser con vida que los acompaña.

 

 

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