José Fabián, alma de la Talavera

*A los catorce años aprendió las técnicas para realizar obras de arte y ahora, con 44 años usa su talento para Armando Talavera, uno de los pocos sitios donde se conservan las técnicas tradicionales para realizar la mayólica

Guadalupe Juárez

Puebla, Pue.- En cada pincelazo que dispone en las piezas que sostiene en sus manos, deja una parte de sí mismo. José Fabián siente un enorme orgullo por su trabajo como decorador de talavera, un arte que se preserva por siglos en Puebla.

Desde que tenía 14 años comenzó a trabajar en un taller de talavera y poco tiempo después llegó a Armando Talavera, uno de los pocos sitios donde se conservan las técnicas tradicionales para realizar la mayólica.

“En ese trabajo se te tiene que quitar el miedo, eso fue lo que pasó conmigo y a echarle para adelante. Sí te gusta, lo vas a poder sacar adelante, pero si no, mejor ni lo intentas”, dice con una sonrisa.

Con 44 años, casi tres décadas en el oficio de la elaboración de la talavera poblana, para el artesano el trabajo que elabora es una actividad agradable, sobre todo por la gente que se sorprende con lo que pueden lograr.

“Le estamos entregando una parte de nosotros, de lo que nosotros le estamos dejando en cada pieza”, dice y toma un pincel con pintura azul y dibuja sin titubear una greca en un plato hondo. Sin volver a dudar, hunde la escobilla de nuevo y vuelve a dibujar, repite lo mismo un sinfín de ocasiones hasta terminar de decorar en minutos la pieza.

Su lugar de trabajo tiene una ventana que da hacia la 6 Oriente en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla, a sólo unos pasos del tradicional Barrio del Artista, la luz de la calle ilumina el espacio en donde pasa sentado hasta nueve horas diarias junto a sus compañeras que no sueltan el pincel para nada.

El sitio donde se sienta es muy estrecho, entre dos mesas, una con las pinturas y otra con las piezas blancas que están barnizadas listas para la decoración. Al frente tiene un torno gris y en su rodilla derecha una jerga para evitar manchar su ropa.

Arriba de su cabeza hay varias piezas de talavera que han elaborado quienes han trabajado en este taller, ubicado en el Centro Histórico, algunas sólo de blanco y azul y algunas otras con amarillos y verdes, así como las decenas de variaciones en la decoración.

José Fabián repite una y otra vez el orgullo que le genera su trabajo, la satisfacción que le origina que las piezas lleguen a manos extranjeras.

“La gente se va encantado de nuestro trabajo y todo lo que hago, nos llena de gran satisfacción porque estamos dejando en cada país lo que nosotros estamos haciendo cada uno para que se vayan felices”, afirma.

 

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