El barro, miniaturas y la artesana Eva Luna

*Eva Luna aprendió el arte del manejo del barro de compañeros artesanos, desde pequeña hubo una chispa

Jaime Carrera

Puebla, Pue.- En un pequeño puesto en el mercado de Artesanías del barrio de Analco, unas ágiles y cuidadosas manos sostienen un pincel y detallan unas llamativas y miniaturas figuras de barro: Gatos, ratones, ovejas o ranas, piezas ojonas en escenarios completos y diversos.

Desde hace 22 años en ese mismo lugar, un parque cerca de la zona fundacional de Puebla, una mujer ha sido testigo de la transformación de la ciudad, pero algo que no ha cambiado es su amor por el arte popular mexicano y la elaboración de piezas de barro policromado.

Eva Luna no nació en Puebla, pero lleva 30 años viviendo en este estado, y desde pequeña quedó marcada en las visitas que hacía con su padre a la Calle de los Dulces, en donde observaba fijamente los puestos de artesanías locales antes de partir nuevamente a la Ciudad de México.

Tal parecía que siempre hubo una conexión entre esta artesana y la ciudad de los ángeles, pues la eligió como el lugar para formar una familia luego de casarse con su esposo, originario de Puebla y con quien comparte la pasión de la elaboración de artesanías de barro, resina y cartonería.

“Es una libre expresión total, lo que dicte la imaginación, me ayuda mucho a plasmar mis ideas”, explica Eva al definir lo que para ella representa ser artesana: una persona capaz de transmitir la cultura, el arte y el sentir de las personas a través de un conjunto de un tesoro artístico.

Aunque Eva Luna aprendió el arte del manejo del barro de compañeros artesanos, desde pequeña hubo una chispa y gusto por el manejo de materiales, pues en su casa se colocaban nacimientos monumentales a fin de año, gracias al talento y trabajo de su padre.

“Mi papá elaboraba los nacimientos en cartonería, ponía una base en la sala de la casa, lo armaba desde el techo hasta el piso, y allá en México íbamos al mercado a buscar las piezas del nacimiento, y ahí fue el primer contacto con las artesanías”, narra la mujer.

Durante los últimos 25 años, Eva ha perfeccionado su técnica con una increíble paciencia para decorar y hacer cada pieza única, combinado con las labores del hogar y la convivencia familiar que se ha desarrollado en medio de artesanías para sacar adelante a sus hijos.

Unas de sus figuras preferidas son los ratones, un elemento típico de la Puebla de antaño que con el paso del tiempo ha perdido vigencia, pero que se ha encargado de preservar con un toque innovación y actualización de personajes y escenarios con los roedores de protagonistas.

Pero en su hogar también se elaboran Árboles de la Vida de entre 50 y 70 centímetros de alto, todo un elaborado proceso desde el manejo del barro en crudo, el secado, horneado, decorado y el armado final de una pieza que puede llevarle más de 15 días de elaboración.

“Me encantan las piezas pequeñas, hay que tener paciencia, el gusto por hacer la figurita, a mí me gusta mucho trabajar en miniatura porque son muchos detalles, es algo que disfruto mucho elaborar”, explica a la par de una pincelada más a unos pequeños perritos de barro.

Durante las últimas tres décadas Eva Luna ha mantenido una tradición artesana en su familia, la cual le permitió tener hijos profesionistas que ayudan a sus padres en sus tiempos libres para preservar el arte popular mexicano: figuras con vida propia por el amor impregnado en ellas.

 

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