Un Viejo Rosario de sabores

*En un hostal con más de 200 años de historia, un restaurante preserva sus orígenes y nos lleva a un viaje de 170 platillos que van desde enchiladas de mole, lomo enchilado, pozole, pipián verde y hasta pollo al cacahuate o chamorro en adobo

Carolina Miranda

Puebla, Pue.- Un menú de 170 platillos tan diversos que si un comensal visita El Viejo Rosario diariamente por un mes, no repetiría desayuno, comida o cena.

Chilaquiles rojos, verdes, con salsa morita y pollo, sopa de tortilla, huevos divorciados, enchiladas de mole o con pomodoro, lomo enchilado, pozole, pipián verde, pollo al cacahuate o chamorro en adobo, pescado a la mantequilla o en salsa y camarones.

La lista de sabores, colores y olores pasa también por el spaguetti burro, a la arrabbiata, bolognesa o con queso, fetuccini, tallarín a la putanesca y pizzas, como la azteca, de albahaca, el orégano, Rosario y Margarita.

Y el platillo más querido es la marimba, una costilla de cerdo servida con salsa morita, pipián y mole poblano. O bien, al mojo de ajo o al cacahuate, acompañada a su vez con frijoles refritos.

La sazón de la comida tradicional se encuentra en El Viejo Rosario, un restaurante bar que no solo logró rescatar los platillos de la cocina típica mexicana, sino también un antiguo hostal con más de 200 años de historia.

Ubicado en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla, en la calle 8 oriente número 5, el hostal albergó a cientos de viajeros en su paso por la capital y actualmente recibe a decenas de familias que desean saborear un delicioso platillo mexicano.

El arte colonial imperó en el lugar por 100 años, tiempo en el que estuvo vigente como hostal. Posteriormente se convirtió en la panadería “El Rosario”, llamada así por la Capilla del Rosario o Templo de Santo Domingo.

La masa,  hornos y los fuertes brazos de los panaderos se encontraban donde actualmente están los baños de las mujeres. Se conservan las puertas de madera de la entrada, el revestimiento de talavera de los hornos y las bases de piedra donde se moldeó el pan que alimentó a miles de familias poblanas.

Desde el 11 de agosto de 2014 el restaurante  El Viejo Rosario abrió sus puertas, con el mismo objetivo: unir a las familias alrededor de un plato de comida caliente con la sazón que caracteriza a la cocina mexicana.

A pesar de los años, el inmueble no cambió demasiado. El 80 poir ciento del edificio es original, tanto los pisos como los techos son de tejamaní, una tabla delgada que ha soportado el paso del tiempo.

En el salón las mesas de madera caoba redondas son imponentes, las sillas tienen las patas y el respaldo en forma de ganso y esculturas de un arcángel y de Don Quijote de la Mancha acompañan a los comensales.

El ambiente colonial toma forma en cada rincón dónde se mire. Vasijas de talavera, bancas de madera con diseños tallados en el respaldo, pisos marmoleados y hasta sillas para cortar el cabello antiguas se encuentran en El Viejo Rosario.

Uno de los muebles más curiosos son las bancas de madera “Tú y yo”, diseñadas especialmente para las parejas que buscan un momento de intimidad. Una forma peculiar en la que al sentarse en la mesa, la pareja pueda verse directamente a los ojos.

La idea fue retomada de las bancas de piedra de Mérida, Yucatán, llamadas “sillas confidentes” que se instalaron en la Plaza Grande de aquella ciudad en 1915.

Y es que El Viejo Rosario no busca solo unir parejas, sino también familias, pues las mesas redondas están pensadas para que nadie se siente en la cabecera. Así, sin jerarquías de por medio, todos pueden convivir, comer y pasar un momento agradable

No hay pantallas ni música que distraigan a los comensales, por lo que puede  platicar con sus acompañantes y disfrutar de una deliciosa comida.

Gracias al reordenamiento de ambulantes, actualmente más poblanos se acercan al Centro Histórico, conocen y prueban sus deliciosos platillos, lo que los lleva a hacer una recomendación que va creciendo de boca en boca.

 

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