La Iglesia en el Cielo

*En la colonia La Paz, una de las partes más altas de la ciudad de Puebla, se erige la parroquia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, donde cada rincón ofrece algo nuevo: altas columnas, delicadas molduras y pequeños altares

Antonio Zamora

Puebla, Pue.- En esta iglesia se está más cerca del cielo.

Ubicada en el Cerro de la Paz, uno de los puntos más altos de la ciudad, la parroquia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón es un viaje que transporta al visitante a un lugar donde la espiritualidad se mezcla con la historia y la majestuosidad arquitectónica.

La construcción de la que es considerada como una de las iglesias más bellas de Puebla, inició a principios de la década de los sesenta y para 1969 fue terminada. Su atrio sirve como mirador para la ciudad y antes de que hubiera tantos edificios en la Colonia La Paz, la bella cúpula se podía observar desde muchos puntos.

Es la misa de 12 del domingo y todos escuchan al padre. Desde el primer paso dentro del recinto, el ambiente es un contraste entre el bullicio de la ciudad y la paz que ofrece el lugar.

La fachada, de una belleza casi serena, se destaca por su estilo barroco que, con sus columnas salomónicas y detalles en cantera, parece contar historias de antaño. Los detalles ornamentales y las esculturas que adornan las paredes evocan una profunda sensación de reverencia, mientras que las torres de la iglesia, que se elevan hacia el cielo, dan la impresión de tocar el mismo firmamento.

Al ingresar, los ojos se deslumbran ante el esplendor de su interior. El olor a incienso siempre presente en los servicios llena el aire mientras el sonido del murmullo de las oraciones se mezcla con el eco reverberante de los pasos sobre el suelo de piedra.

La nave central se extiende hacia el altar mayor donde una imagen de la Virgen del Sagrado Corazón, en su esplendor dorado, preside la escena. La estatua rodeada por un juego de luces suaves que filtran a través de las vitrinas coloridas, parece observar con ternura a quienes se acercan a ofrecer sus plegarias.

Las paredes cubiertas por frescos que narran pasajes bíblicos, aportan una sensación de profundidad histórica y devoción, invitando al visitante a hacer una pausa y reflexionar sobre el legado religioso que han dejado las generaciones pasadas. Los detalles en las vidrieras permiten que la luz del sol se proyecte sobre los bancos de madera, creando un juego de sombras que se mueve lentamente mientras el día avanza.

Los fieles, al igual que los turistas, encuentran en este lugar un refugio, una oportunidad para desconectar del mundo exterior y sumergirse en una atmósfera de recogimiento y devoción.

 

 

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