Soltepec, la hacienda pulquera

Huamantla, Tlax.- La imponente construcción, con sus altas paredes de piedra y adobe y sus remates  europeos, sus perfectos arcos y las amplias caballerizas, guardan un pedazo de la historia de un México que se niega a morir y resiste de una forma sumamente digna.

El edificio del siglo XVIII, ubicado a las afueras del municipio tlaxcalteca de Huamantla, resguarda los secretos de la gastronomía local, la cultura milenaria del pulque y el maíz, además permite vivir algunos días en una época que se fue pero que se mantiene viva.

La hacienda pulquera de San Francisco Soltepec, que fue una de las principales productoras de la bebida de los dioses, es una silenciosa testigo de la época porfiriana y de la revolución mexicana, pero también de los cambios de la sociedad.

Su estructura completamente rehabilitada da espacio para un gran hotel que se mimetiza con las castañas, ocotes, raspadores y barriles de su Museo del Pulque y con las antiguas caballerizas donde se filmó la película “La Escondida” con María Félix y Pedro Armendáriz.

Se trata de un amasijo de historia en un solo lugar cuyos orígenes se remontan a la segunda mitad del siglo XVIII, pero cuya historia de la hacienda tlaxcalteca se centra en las décadas finales del siglo XIX, en medio de la época porfirista.

La hacienda era una de las grandes productoras del pulque en todo Tlaxcala; pero la revolución mexicana cambió por completo el giro del, convirtiéndolo en los años 30´s en la sede de la primera escuela normal rural del estado.

A pesar de los cambios, una gran galera mantiene intactos todos los implementos para la elaboración de la bebida que surge del agua miel sacado del corazón de los magueyes, esos que la aún la rodean.

Juan Miguel Hernández González, un hombre que atiende la vieja pulquería, parece que es el mismo que se encontraba detrás del mostrador en aquel 1900. Su rostro, su piel y su forma de moverse dentro del lugar lo hacen a uno trasladarse a otras épocas.

“Pulque que estas en los cueros / Que tumbas a prietos y güeros / Santificado sea tu juguito delicioso / Vénganos veinte litros diarios a cada mexicano / Hágase su tinacal en la tierra y otro más grande en el cielo. Amen”, reza de memoria el hombre, el Padre Nuestro del Pulque.

 

 

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