El alma perdida de Analco  

*Por las noches, el alma de un asaltante suele brotar frente a caminantes que se atreven adentrarse en el oscuro callejón del muerto

Guadalupe Juárez

Puebla, Pue.- En el barrio de Analco, en un antiguo callejón de calles empedradas y fachadas coloridas aparece un fantasma.

Por las noches, el alma de un asaltante suele brotar frente a caminantes que se atreven adentrarse en el oscuro callejón de la 12 Sur, entre 3 y 5 Oriente.

Las paredes guardan una historia que es replicada como una de las más populares de la zona y en ella se recuerda que el terror era tal que Marcelino Yllescas, un vecino del lugar, organizaba misas en honor del alma perdida.

En el templo de Analco, en una ocasión, al cerrar la iglesia un hombre abordó al sacerdote y le pidió que lo confesara. El padre accedió y entraron al confesionario.

Al día siguiente, el sacerdote tenía que celebrar la misa como todos los días a las 7:00 de la mañana, pero no lo hizo. Cuando otro párroco y el sacristán del templo lo fueron a buscar, lo encontraron enfermo.

El religioso aseguró que había dado absolución a un hombre muerto y que estaba penando por muchos años, por lo que al perdonarle sus pecados iba a poder descansar.  Por años se pensó que la impresión de saber que confesó a una alma perdida le causó la muerte

Corría el año de 1785, era de madrugada, llovía y Juliana Domínguez, esposa de don Anastasio Priego estaba a punto de parir.  En ese entonces, era común que las mujeres fueran atendidas por parteras, y la mejor, la más famosa del barrio era Doña Simonita.

La zona era peligrosa y don Anastasio siempre salía en compañía de algún empleado, pero en esa ocasión prefirió que todos prepararan a su mujer, mientras regresaba con la partera.

Se dirigió a la iglesia de Analco, donde además había un panteón. Alumbraba sus pasos con una lámpara de aceite, hasta que un ladrón salió a su paso, desenvainó su espada y amagó a don Anastasio con asesinarlo si no le entregaba oro.

Don Anastasio era muy hábil con la espada, así que en un movimiento rápido sacó la suya y hundió el filo en el corazón del ladrón, quien cayó muerto.

El episodio no evitó que don Anastasio llegara con la partera, le contó lo ocurrido, pero al regresar a su casa para atender a su esposa evitaron regresar por el mismo rumbo y caminaron hasta el Puente de Ovando, cruzaron luego la plazuela y así llegar a casa.

Juliana logró tener a sus gemelos y don Anastasio llevó de regreso a la partera a su casa, entonces, inevitablemente pasó por el lugar donde asesinó al ladrón y observó que ya estaba rodeado de curiosos que rezaban por él.

A partir de ese día, lo llamaron el callejón del muerto,  un lugar a un costado del Templo de Analco y cerca del tianguis de Analco.

Compartir: