Amor e historia en edificio El Parral

*Muy poca gente tiene datos certeros de sus orígenes, pero su fecha data al menos de 1940 y después de ocho décadas, la atracción por su majestuosidad siguen creciendo entre los poblanos

Jaime Carrera

Puebla, Pue.- En uno de los barrios más antiguos en el primer cuadro de la ciudad de Puebla, sobresale un imponente edificio de fachada austera, pero cautivador a simple vista que acapara las miradas de los peatones y usuarios del transporte público.

El edificio de El Parral -en la esquina de la calle 9 sur con la 9 poniente-, provoca misterio, duda y curiosidad. No fue hasta el año pasado en el grupo de Facebook Puebla Antigua que muchos pudieron conocer el desgastado interior del magno edificio con grandes departamentos de tres recamaras y en cuyos pasillos y escaleras se registraron inolvidables momentos.

Jóvenes, hijos de personas que allí vivieron hace décadas recuerdan cómo sus padres se conocieron en plena adolescencia para más tarde formar una nueva familia y dejar atrás ese maravilloso edificio color ladrillo con sus paralelas ventanas hoy sin vidrios, pero también hablan de aquellos diciembres con posadas en las que su comunidad vivió una gran época.

Muy poca gente tiene datos certeros de sus orígenes en El Parral, de acuerdo con especialistas en arquitectura y urbanismo como David Ramírez Huitrón –administrador y fundador del grupo Puebla Antigua–, por el diseño del inmueble, su fecha data al menos de 1940 y después de ocho décadas, la atracción por su majestuosidad siguen creciendo entre los poblanos.

Las historias hablan de las tardes de juego de los niños que al salir de la escuela corrían a ese edificio para dejar las mochilas en casa y correr por sus pasillos con los vecinos que iban a otras escuelas, antes de una buena merienda preparadas por las amas de casa que habitaron durante lustros esos amplios departamentos, con altos techos y tina en los baños.

Pero también están las anécdotas del terror: de los fantasmas que dicen se aparecían y los extraños ruidos que se escuchaban aún cuando el sitio no estaba abandonado, de la ardua tarea de subir casi un ciento de escalones en plena madrugada para subir al último departamento, a escasos metros de la azotea a donde subían todos los vecinos a lavar y tender la ropa.

Protegido como Patrimonio Arquitectónico del Siglo XX en el Decreto Estatal de 2005, del edificio de El Parral muchos recuerdan haber tenido amigos, familiares y conocidos que habitaron alguno de sus departamentos, pero algunos otros, inclusive, señalan haber nacido en su interior, recibidos por afamados médicos poblanos que también vivieron en ese mismo lugar.

Otros más recuerda la vida alrededor del edificio: locales, negocios y bares que ya no están, pero que dejaron un recuerdo impregnado en quien vivió o transitó por allí, aunque en la siguiente esquina, la privada de la 7 poniente, aún se mantiene de pie la carnicería La Guadalupana, famosa por su chicharrón y la cual aún tiene a su dueño inicial: el señor Nacho.

Hoy con una fachada que por fragmentos luce intacta, pero en otros, con estragos de las huellas del tiempo, el citado inmueble forma parte de una historia más reciente, pero que no deja de cautivar a locales y turistas al recorrer este polígono del Centro Histórico, a escasos metros del Paseo Bravo y en cuyo entorno hay iglesias, escuelas y una ajetreada dinámica social.

 

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