Cholula, regreso al pasado

*En la Plaza de la Concordia en San Pedro Cholula el trueque, con sus imágenes de antaño en el presente, con sus marchantas ofreciendo todo tipo de productos de la región

Guadalupe Juárez

San Pedro Cholula, Pue.-  Recorrer la explanada de la plaza principal, con sus puestos de sombreros, petates y cazuelas, es evocar imágenes en blanco y negro… en sepia.

Ver a las marchantas ofreciendo manzanilla, hierbas, insectos comestibles, incienso, utensilios de barro, servilletas bordadas, bolsas tejidas, manzanas, canastos, pulseras y hamacas, es ver al tiempo detenido en la Plaza de la Concordia en San Pedro Cholula, el Pueblo Mágico.

La pandemia por Covid-19 arrebató a los cholultecas su tradicional trueque. Y durante esta semana, como cada 8 de septiembre desde hace siglos, la plaza se volvió a llenar de comerciantes y productores de la región. La costumbre milenaria se volvió noticia.

Ahí, con la pirámide y la Iglesia de Los Remedios de fondo, caminan las personas entre los puestos para ver qué pueden cambiar de lo que llevan con ellos, por los productos que ofrecen otros.

¿Un montón de nuez por otro de maíz? Es posible. ¿Una artesanía por otra? Puede ser. Los comerciantes valoran si les conviene o no, los que intentan esta costumbre milenaria tratan de sacar sus mejores dotes de negociador.

Hay quienes llevan toda su vida asistiendo al trueque, y entonces, dicen que ya no los engañan, y son más cuidadosos con lo que intercambian.

Es miércoles 8 de septiembre, hace un año, por la pandemia, los productores y comerciantes dejaron de venir. Pero, hoy, en este día nublado, han regresado. Las filas para entrar son muy largas, pero todos esperan entrar.

Los curiosos intentan cambiar una cosa por otra y por eso llevan en sus manos algunos productos para probar el trueque. Algunos otros, con recelo, prefieren sólo comprar los productos de forma directa, de forma convencional, con dinero en mano.

Hay un par de mujeres que negocian con otra mujer por las cazuelas de color azul y amarillo, por un chaleco y dos kilos de frijol.

“Sí, pero tome la chiquita”, les responde la mujer que se niega al trueque de una cazuela en la que tal vez cabrían frijoles o una sopa, pero que a cambio les ofrece unos platos más pequeños en los que quizás podrían echar salsas o condimentos.

“Ya, cámbiemelo, mire el chaleco, es más, le dejo la chamarra, pero deme esa cazuela”, señala la mujer que insiste en convencer a la comerciante, que sólo niega con su cabeza.

Hay nueces de castilla, chiles, muchos chiles, sobre todo el poblano que se utiliza para el famoso chile en nogada y que todos presumen. Hay quesos.

También hay sombreros y petates, cazuelas, manzanilla, hierbas, insectos comestibles, incienso, utensilios de barro, servilletas bordadas, bolsas tejidas, manzanas, canastos, pulseras y hamacas.

Pero no todo es milenario, también hay nieves de limón, antojitos, chicharrines, esto sin que entre en el trueque.

El trueque se acostumbra como una forma de agradecer “los milagros o dadivas” que reciben los visitantes que traen productos de sus lugares de origen para intercambiarlos con otros de la misma zona.

Es una costumbre prehispánica, antes de las iglesias, antes del catolicismo.

Compartir: