El mural cosmogónico  

*Imágenes multicolores abren las puertas para conocer el legado, tradiciones, cultura, religión, arquitectura y atractivos de Chignahuapan

Jaime Carrera

Chignahuapan, Pue.- En Chignahuapan tienen su propia manera de interpretar y entender al mundo, plasmada en un mural que habla del pasado, presente y porvenir de un mismo lugar.

Son pinturas que hablan del inicio de un todo, de la cosmogonía con la cual se narra el origen del mundo, el ser humano y el universo desde este punto, entrada a la Sierra Norte de Puebla.

Toda la majestuosidad de este Pueblo Mágico está concentrada allí, en la entrada al Palacio Municipal, un inmueble que por si solo guarda historia, pero que con un mural abre las puertas a los visitantes para conocer el legado, tradiciones, cultura, religión, arquitectura y atractivos turísticos de este municipio, aproximadamente a dos horas de la capital poblana.

Rostros, matices y texturas. Mitología. Todo, resumido en una sola palabra: identidad, esa que Chignahuapan ha forjado durante años desde épocas prehispánicas, pasando por la colonización, evangelización y actual consolidación de su vocación artesanal y comercial que lo ha llevado a mantenerse como el epicentro nacional de la producción de esferas.

Todo está pintado en este mural de Chignahuapan “De la cosmogonía mexica a sus quehaceres contemporáneos”. Y es que, cuando el visitante está por ingresar al Ayuntamiento, se detiene, mira hacia arriba y justo en el centro, se topa con el origen y es allí cuando las sensaciones hacen que la persona gire en su eje y trate de apreciar cada uno de los trazos.

El mural es obra del artista plástico Héctor Castilla Arroyo, el responsable de que las paredes hablen y no sólo eso, que narren la lucha de todo un pueblo por mantener vivas sus tradiciones a través del tiempo. Todo está allí: la leyenda prehispánica de la fundación del municipio hasta las danzas locales y la virgen considerada la más grande de Latinoamérica bajo techo.

De lo que también habla este mural, fundamentalmente, es de la pregunta ¿Y a dónde vamos cuando morimos? Chignahuapan tiene esa respuesta y cada uno de los pasos para llegar al Mictlán: el tránsito de la vida hacia la muerte, después de una serie de difíciles pruebas, nueve, para ser exactos, para por fin vencer a los demonios que habitan en cada infierno.

La muerte no es fin, sino un nuevo comienzo, expone este asombroso mural que retrata a nueve dioses, empezando por Xochitónal: la sombra que sigue a las almas, como reflejo —de manera metafórica— en medio de aguas oscuras y con fango, las cuales contienen todos los pecados de los muertos permitiendo su purificación para llegar a la redención y pureza.

Pero también están pasajes de la Independencia y la Revolución mexicanas, seguidos de las bellezas naturales como las cascadas de Quetzalapan, una zona de extensa y maravillosa caída de agua, así como elementos distintivos de la temporada de Día de Muertos como la tradicional caminata de antorchas para iluminar el tránsito de los muertos.

Finalmente, el pasado indígena de este municipio, con un cuerno de la abundancia que habla de la riqueza y mezcla de dos culturas de las cuales surgen las tradiciones y costumbres que hoy presume orgullo todo un pueblo, como la adoración al Santo Patrono Santiago Apóstol. Escenas épicas, resistencia, lucha, folklor y mucho color, todo en un colosal mural.

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