La Fuga de Don Porfirio

*Fue en Puebla donde Porfirio Díaz hizo una de sus más grandes hazañas, pero a 157 años de haber sucedido, el episodio que marcó la vida política de México ha sido casi olvidado

Antonio Zamora

Puebla.- Si hay un personaje que la historia oficial de México se ha encargado de convertirlo en un completo villano ese es Porfirio Díaz, quien vuelve a ser recordado al cumplirse el 112 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana con la que derrocaron su dictadura.

Pero poco se habla de su etapa como héroe del país, una heroicidad que lo llevó a estar preso en lo que hoy es el edificio del Carolino en Puebla durante la intervención francesa y que tuvo una fuga digna de película de Steven Spielberg.

Era el 9 de febrero de 1865, después de la caída de Oaxaca como consecuencia de la Intervención Francesa, el entonces general Porfirio Díaz fue detenido y trasladado a Puebla, en donde arribó el 1 de marzo. Primero fue llevado al fuerte de Loreto, en donde permaneció tres meses, después al exconvento de Santa Catalina y, finalmente, fue encarcelado en el Colegio Carolino, cuando este era ocupado para uso militar.

Sin embargo, su estadía fue corta, pues en la madrugada del 20 de septiembre se escapó. Este hecho es de los momentos pocos recordados en la historia de Díaz, pues el autoritarismo que estableció durante los 30 años que estuvo en el poder y su figura como caudillo militar son los principales referentes en el entorno de su figura.

En lo que actualmente es el callejón de la 6 sur, en el corazón de la capital poblana, el cual tiene unas letras gigantes haciendo referencia al tradicional callejón de Los Sapos, fue la calle de la escapatoria para Díaz que posteriormente se encarnaría en la presidencia de México por 30 años.

Si bien el oaxaqueño tenía planeado escaparse el día de su cumpleaños, el 15 de septiembre, decidió cambiar de fecha debido al movimiento de tropas que rondarían por las fiestas del aniversario del comienzo de la independencia.

Según contó el propio Díaz en su biografía, su agilidad le permitió colgar un lazo para subir a la azotea del Carolino y al llegar a la esquina de lo que hoy la avenida Juan de Palafox y Mendoza, se amarró a una estatua de San Ignacio, para posteriormente descender por el muro. Después cruzó la cerca rumbo a la calle, y justo en ese momento, se encontró con un militar, lo que provocó que se escondiera de manera inmediata. Cuando el gendarme desapareció, Porfirio siguió su camino con rumbo hacia su rancho en los límites de Puebla y Guerrero, y desde donde planeó la batalla contra el ejército francés.

Hoy, este callejón en donde Díaz sagazmente huyó, es un corredor comercial con restaurantes de comida mexicana y cubana, mientras que el sector del edificio Carolino donde estaba preso ahora es el gimnasio de la BUAP. Aunque la escapatoria del dictador quedó inmortalizado en el ingenioso nombre de una cantina que está en contra esquina del lugar de los hechos, la cual se llama La Fuga de Don Porfirio.

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