Piñatas poblanas, legado familiar

*La familia Velázquez Cortés, quien por más de 28 años fabrica las tradicionales piñatas en el mercado Venustiano Carranza de la ciudad de Puebla, envía sus obras de arte a toda la zona metropolitana para las fiestas navideñas

Guadalupe Bravo

Puebla, Pue.- Un vaivén de colores cuelga del techo de una florería en el mercado Venustiano Carranza en el Centro Histórico de Puebla.

Decenas de piñatas tradicionales adornan el puesto de la familia Velázquez Cortés, quien se ha dedicado por 28 años a crear estos símbolos de la cultura mexicana, con raices chinas.

Tienen forma de estrella, gracias a los siete picos que la componen y que hacen alusión a los pecados capitales. Además, están forradas con papel multicolor, que representa la tentación.

La fascinación por las piñatas emergió en la señora Edith Berta Cortés Rosas desde temprana edad. Quedó deslumbrada con las estrellas de siete picos hechas por un conocido.

Su aprendizaje fue empírico, pues no tuvo una enseñanza formal. Todo visualmente.

Ella comenzó con el negocio, pero fue su esposo, José Fernando Velázquez Guzmán, quien perfeccionó la técnica, convirtiéndolos en proveedores de los mercados Zapata, Diagonal Defensores de la República y La Acocota. También abastecen a las zonas de San Ramón, Ciudad Judicial y  hasta Tlaxcala.

Por eso, para Don José Fernando, la Navidad no llega en diciembre, sino a mediados de año, cuando la floristería familiar se llena de papel ‘china’, engrudo y cartón. La creatividad y la paciencia lo envuelven cuando hace una piñata.

Sus habilidades y pasión por este arte que lucha por no extinguirse, se han transmitido a sus tres hijas. Quienes colaboran para crear más de mil piñatas, que toman forma de noviembre a enero.

Esmeralda Velázquez Cortés conoce el negocio y la creación de las piñatas de principio a fin. Le toma dos días crear una pieza. El primer día lo usa para hacer moldes con vasijas de barro y periódicos con las notas del diarismo poblano.

Después de dejar secar el molde, comienza el arduo y divertido trabajo de decoración con pequeñas hojas de papel ‘china’ llamadas “pañuelos”. No hay un patrón definido o una paleta de colores establecida.

Todo el abanico de colores surge de su imaginación, pues no tuvo una enseñanza académica. Sin embargo, Esmeralda muestra su creatividad e ingenio en cada piñata. Si bien no las nombra, los clientes las bautizaron como “unicornio” o “payasito”, por mencionar algunas. Esto se debe a que los colores son similares a dichas figuras multicolor.

Junto a sus padres y hermanas, crea piñatas medianas, grandes e incluso jumbo. De este último ejemplar hicieron una pieza de dos metros y se presentaron a un concurso del Ayuntamiento de Puebla, el cual ganaron. Durante la Navidad de 2019, poblanos y turistas pudieron admirar esta pieza en el Barrio del Artista.

La piñata actual ya no contiene la olla de barro, porque es peligroso romperla, por lo que solo usan la vasija como molde para darle forma. Sin embargo, el amor, la creatividad y la emoción de hacer piñatas tradicionales para posadas navideñas, siguen siendo los mismos.

De hecho, se está convirtiendo en una forma de preservar las costumbres que representan a México.

 

 

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