En Atlixco, un oasis de conocimiento científico

*Antes de ser Casa de la Ciencia, el lugar fue elegido por compañías de California para la siembra de aguacate, lo que la puso en el mapa internacional; es sobreviviente del megasismo y la contingencia sanitaria

Jaime López

Atlixco, Pue.-  La descolorida y parchada fachada oculta en su interior un oasis de sapiencia, comunidad y naturaleza.

A un kilómetro del barullo propio del mercado Benito Juárez de Atlixco, es un sitio donde  las nuevas generaciones pueden experimentar y acumular anécdotas poco comunes en estos tiempos, alejadas del sedentarismo y las plataformas virtuales.

La Casa de la Ciencia es un inmueble que ofrece talleres de divulgación científica y cultural, dirigidos principalmente a las infancias; un sitio que ha sido ocupado de otras formas que la han convertido en un importante referente histórico de la región.

Según relatan vecinas y vecinos, fue rancho familiar y punto nodal de la cosecha de aguacate en la zona atlixquense; y el lugar tuvo un apogeo internacional cuando empresarios del estado de California lo consideraron idóneo para la siembra del preciado fruto de verde por dentro y negro por fuera, según recuerda Jade Minutti, encargada del sitio.

De esa época de gloria solamente queda el árbol original sembrado en el patio, el cual ya no florece y se hace acompañar de una placa conmemorativa colocada en 1938.

Llama la atención que, pese a estar seco, el tronco todavía luce fuerte, como si se aferrara a la tierra en la que ha estado plantado desde hace 85 años, la edad aproximada de uno de los dueños actuales.

Cerca del denominado Aguacate Padre, resaltan otras variedades de árboles que siguen siendo fértiles: chirimoya, zapote y limón. También existe una colosal jacaranda que, entrada la primavera, luce esplendorosa.

Algunos vecinos llegan a la hoy Casa de la Ciencia justamente a “tomar prestado” algunos productos, casi casi como si fuera una especie de huerto comunitario. Se trata de una costumbre transmitida por generaciones.

Lo cierto es que el lugar, que también fungió como museo científico y biblioteca de consulta, hoy en día solo está abierto para talleres de temporada.

En alianza con otras agrupaciones, alberga exhibiciones de teatro y promete diversificarse con actividades de vanguardia, por ejemplo, encuentros de juventudes feministas o talleres de panadería y alimentación sana para gente divergente, es decir, de la comunidad LGBTTTI.

Mientras tanto, el lugar es sumamente disfrutado por las infancias y los progenitores de estas, porque pueden aprender conceptos científicos de una forma muy lúdica.

Destacan el “Giroscopo” y la “Silla giratoria” que se localizan en la parte central del rancho, en los que se puede subir la gente para entender distintos fenómenos de Física, entre ellos, la rotación de los planetas.

Sobreviviente del megasismo de 2017 y de la etapa más crítica de la pandemia de COVID-19, la Casa de la Ciencia lleva poco más de un cuarto de siglo manteniendo su carácter de núcleo del conocimiento científico.

Ello se debe a la tesón de su fundador José de Jesús Pérez Romero, matemático nativo de Atlixco, quien fue el primero graduado de la preparatoria del municipio, pues su certificado es el número uno de esa institución.

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