*El templo de San Marcos Evangelista de la ciudad de Puebla, se edificó en un solar en honor al monje cristiano-católico San Antonio Abad, protector de las mascotas y los enfermos
Guadalupe Bravo
Puebla, Pue.- La cotidianidad y el bullicio transcurren sin que la mayoría de la gente levante la mirada y vea un pequeño templo exento de tanto alboroto: la parroquia de San Marcos Evangelista.
Los autobuses se detienen en cada luz roja del semáforo, decenas de estudiantes se apresuran para llegar a clases, mientras que los oficinistas corren para checar a tiempo y casi nadie le presta atención a la iglesia que se encuentra en la avenida de la Reforma 730, esquina con 9 Norte, una calle antes de llegar al Paseo Bravo.
Pocos saben que Don Diego Romano, eclesiástico español, ordenó la construcción de la iglesia para darle la bendición a aquellos que decidían agarrar camino hacía Cholula y la Ciudad de México.
Este pequeño templo se edificó en un solar en honor al monje cristiano-católico San Antonio Abad, protector de las mascotas y los enfermos, con la finalidad de que los viajeros se persignaran antes de salir de los límites de lo que entonces era la ciudad.
Luego de la muerte de Romano, su sucesor, Alonso de la Mota, decidió construir el Colegio de San Ildefonso, convirtiéndolo en su vecino arquitectónico, que tiempo después se desligó de la iglesia.
El templo quedó atrapado en el tiempo y el crecimiento de la urbe y aunque era el refugio de viajeros, hoy cobija a aquellos creyentes que se acercan con algún problema, para clarificar la mente o simplemente para hallar abrigo mediante sus plegarias.
La fachada es una oda a la cerámica de talavera con la que fue construida y por lo que es un orgullo poblano. La loza con esmalte metálico, el ladrillo rojo, el petatillo, materiales con los que se edificó, la convierten en una joya arquitectónica.
Los rayos del sol convierten la fachada en un mosaico multicolor en el que resaltan nueve imágenes que custodian el templo. A la entrada de la iglesia, la figura de San Antonio Abad sosteniendo una cruz de madera con la pierna vendada y un habito negro inspira respeto, pues su vida transcurrió en la humildad. Ayudó a los animales y enfermos, sin bienes ni riquezas, por lo que se convirtió en santidad.
El camino hacia el altar se convierte en un recorrido por el arte poblano, pues las paredes están tapizadas de talavera. Y no solo una sensación de paz se percibe en el ambiente, sino también de seguridad, pues al alzar la mirada, los cuatro evangelistas: San Lucas, San Marcos, San Juan y San Mateo son los centinelas de las plegarias de los católicos.
Los cuatro evangelistas también están presentes en las figuras que ostenta el templo, a través de un león, un toro, un águila que los representa.
Pero probablemente lo que más llama la atención, es la imagen de la Virgen de Montserrat de Barcelona. La historia cuenta que en el 880 unos niños la encontraron al interior de una cueva en Cataluña y desde entonces comenzaron a venerarla. Aunque una réplica exacta se encuentra en el exconvento de San Bernardino de Siena en Taxco de Alarcón en Guerrero.
Orar en la parroquia de San Marcos Evangelista se convierte en un acto de fe y apreciación del arte, en una iglesia donde el padre solía dar la bendición a quienes emigraban, dejaban sus hogares para trabajar lejos de sus familias o bien, a quienes querían aventurarse y expandir sus horizontes y el territorio poblano.